Visión del Infierno de Santa Faustina Kowalska: http://escapulariodelcarmen.blogspot.com.es/2012/06/vision-del-infierno-de-santa-faustina.html LA HUIDA Y MUE…
J J Benitez-El Secreto de Colon.
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Visión del Infierno de Santa Faustina Kowalska: http://escapulariodelcarmen.blogspot.com.es/2012/06/vision-del-infierno-de-santa-faustina.html LA HUIDA Y MUE…
J J Benitez-El Secreto de Colon.
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Sus Fuentes son ambiguas y no creo lo de la Sifilis proveniente de Los
aborigines Americanos ,pero suguro que investiga
jajajajaj la sífilis fue llevada a Europa por que la transmitieron las
mujeres americanas… sin palabras
Continúa>
II.
El Descubrimiento y la Colonización.
Cristóbal Colón, descubridor de América era – según muchos estudiosos e
investigadores, descendiente de criptojudíos o, lisa y llanamente de
judíos. El mismo se mostraba misterioso, cuando se refirió a su origen.
¿Por qué se empeñaba en ocultar su estirpe? Posiblemente tenía miedo de la
Inquisición, o de que no le fuera confiada la grandiosa empresa, que estaba
proyectando.
«Probablemente no supo nunca, quién era; sólo sabía, quién quería ser» –
escribe Jacob Wassermann en su obra: «El Quijote del Océano».
Colón habló y escribió desde su arribo a España siempre y únicamente en
español, nunca en italiano, y con soltura, a la par de sus contemporáneos.
Se valió de éste idioma, su lengua materna, y con ella se orientó muy
rápidamente en los círculos científicos, financieros y técnicos de España.
No obstante, él mismo solía sugerir a media voz, que tenía alguna conexión
con el Rey David, y su inclinación por la sociedad judía y nueva cristiana
era manifiesta.
Nació seguramente en Génova; sin embargo sólo en Italia doce ciudades, y
otras más en diferentes partes del mundo, se disputan la gloria póstuma de
ser su cuna. Es probable que haya sido el mismo Colón el primero en ocultar
la verdad, presumiendo que sus antecesores eran judíos o ex-judíos
españoles, expatriados de España después de los pogroms de 1391 y de otros
estallidos antijudíos. El nombre Colón o Colombo era bastante frecuente
entre los judíos sefaradíes de Italia. Ni el almirante, ni sus hermanos
sabían escribir ni hablar en genovés, en cambio, sí dominaban el idioma de
sus padres y abuelos, ya convertidos al cristianismo.
Algunos investigadores sugieren que Colón fue de origen mallorquino,
descendiente de una familia de marranos. En las cartas que escribió hay una
señal parecida a las letras hebreas «bet» y «he» (abreviación de las
palabras hebreas «baruj hashem, – sea bendito Dios», que los judíos
piadosos ponen hasta hoy en sus cartas). Su firma es misteriosa, y
encomendó a su hijo que la adoptara él también; es susceptible de haber
tenido una interpretación hebrea. De algunos signos que utilizaba en sus
cartas y anotaciones, parece evidente que conocía las letras hebreas
cursivas, con las cuales se escribía el ladino que hablaban los judíos en
España.
Llama la atención que comienza el relato de su viaje con una referencia a
la expulsión de los judíos de España y menciona el Segundo Templo de
Jerusalén, con la traducción del término hebreo «Segunda Casa», y dice que
ello acaeció en el año 68 d.C. -la fecha casi coincide con la fecha real
(70 d.C.). Crónicas del siglo XV y XVI mencionan, que habían varias
familias de apellido Colón en Mantua, entre ellas Rabi Yosef Colón,
médico, filósofo, matemático y astrónomo, lo que parece confirmar la
ascendencia judía del famoso almirante.
Encontrándose en España, pronto conoció a Abraham Zacutto, el famoso
astrónomo judío, y su obra, «El Almanaque perpetuo», y por su intermedio la
obra de José Cresques de Mallorca, titulada «El mapa catalán», como
también la inquietante teoría de Bar Hiya Ha-Bargeloni sobre la forma de la
tierra, y Juan de Vallsecha, autor del famoso Mapamundi. Abraham Cresques
trazó el primer mapa con los descubrimientos de Marco Polo; se supone con
razón que Colón había conocido este mapa y había leído el «Itinerarium» y
otros libros del famoso viajero medieval, que era Benjamín Túdela.
Aprendió el uso del astrolabio, también obra de astrónomos y cartógrafos
judíos de Mallorca. El judío Josef Vecinto le preparó instrumentos náuticos.
En los círculos financieros trabó relaciones con Luís Santangel, el
canciller real, y con Gabriel Sánchez, el tesorero real; ambos, nuevos
cristianos.
El hecho de que a último momento lograra Colón el patrocinio de los
soberanos españoles para su expedición, se debió en gran medida al
entusiasmo y ayuda de las personas arriba mencionadas, y de un grupo de
nuevos cristianos y del judío Isaac Abrabanel. Ellos financiaron los gastos
y le abrieron el camino hacia los técnicos y los astilleros, donde hubo que
elegir las naves y la tripulación. Por intermedio de Santangel, los reyes
dieron su beneplácito al proyecto y Colón recibió un salvoconducto, para
que no fuera molestado como judaizante, ni él ni sus descendientes.
Y de aquí surge un enigma. ¿Por qué tuvo que ser financiada esta hazaña con
el patrimonio privado del Escribano de la Nación y no con dinero
propiamente de la Corona? ¿Por qué fue el judío converso Luís de Santangel
una verdadera áncora de salvación para este proyecto casi desahuciado,
luego de sucesivos fracasos ante otras instancias? ¿Por qué fueron, en su
mayor parte, conversos que le prestaron apoyo financiero y logístico ante
los círculos palatinos?
¿Por qué escoge como superintendente a Rodrigo Sánchez, pariente cercano
del tesorero, quien quizás haya representado los intereses de los
financistas de la empresa? Iban en la tripulación Marco el cirujano, Bernal
el médico, Luís de Torres el intérprete, Alfonso de la Calle y Rodrigo de
Triana, marineros, y un paje huérfano, cuyo nombre no se menciona, todos,
marranos.
Triana fue el primero quien avistó la Tierra Nueva y Torres el primer
europeo en pisarla, creyendo que podía conversar con los indios en hebreo,
uno de los muchos idiomas que dominaba. Las huellas de todos esos
colaboradores desaparecieron, salvo las de Torres quien, según la crónica,
se radicó en Cuba, donde recibió tierras.
Colón parece haber aplazado deliberadamente la partida de su expedición
hasta el 3 de Agosto de 1492 a pesar de que todo estaba listo ya para el
día anterior, que era el día de ayuno del 9 de Av, día que conmemora la
destrucción de los Templos de Jerusalén. Historiadores posteriores anotan,
que había en los barcos un buen número de pasajeros, todos marranos, que
esperaron hasta el último momento de la expiración del plazo para salir de
España, con la esperanza de que los Reyes retiraran el Decreto de la
Expulsión, se supone que había también más viajantes que los mencionados
por Pablo de Santa María: eran judíos fieles, judíos infieles, conversos y
judaizantes, declarados y encubiertos.
Colón envió el famoso informe de su éxito, al haber retornado de América, a
Santangel y Sánchez. Este informe fue inmediatamente publicado y circuló
por toda Europa en dos versiones, y fue el mismo Santangel que exportó en
sucesivas expediciones caballos y granos a las nuevas tierras,
constituyéndose así el iniciador de las explotaciones comerciales del
Nuevo Continente.
Félix Gajardo, investigador chileno, escribe en su libro: «Colón en la
ruta de fenicios y cartagineses», editado en 1992, que la idea de Colón
acerca de la expedición y del descubrimiento la concibió mucho antes,
basada en una anunciación del IV. Libro de Esdras citada de las profecías
de Isaías, que dice así: «De las siete partes de la tierra seis son enjutas
y una sola ocupada por el mar. Cuando la tierra se secara, sé que seis
partes quedaran secas y la séptima cubierta por aguas».
El Almirante decidió confirmar esta anunciación. Esta imagen fue
premonitoria de lo que más tarde escribiría a los Reyes: «para la
ejecución de la empresa de las Indias no ha utilizado razón ni matemáticas
ni mapamundos: llanamente cumplió lo que había dicho Isayas».
Gajardo menciona que la Iglesia no apoyó el proyecto de Colón, porque el
IV Libro de Esdras no está canonizado, ni incorporado en la Biblia; por eso
no autorizó que Colón llevase consigo a un capellán; parece que los nuevos
cristianos tenían más fe en el éxito.
Estudios señalan que en 1435 vivía en Pontevedra una persona llamada
Abraham Fonterosa, y otra, Eliezer Fonterosa, y la madre del Descubridor,
doña Susana Fonterosa, tuvo ascendientes quienes tenían los nombres de
Jacob y Benjamín. También en 1489 en Tarragona, figuran entre los
condenados por la Inquisición, un tal Andrés Colón y su familia.
Numerosas actitudes confirman que a Colón lo atraían poderosamente
inclinaciones cabalísticas.
Cuando en el siglo pasado se propuso la beatificación de Colón al Vaticano,
se tropezó, entre otras cosas, con la opinión de la incertidumbre de su
ascendencia y además, que su señora Beatriz Enríquez de Arana, tenía sangre
judía.
Las crónicas comprueban que muchos nuevos cristianos y sus descendientes
participaron en la colonización de América, con la esperanza de escaparse
de la Inquisición; lamentablemente esta esperanza se cumplió sólo
parcialmente. Algunos pudieron ocultar su origen, otros no. Mientras
estaban con vida, los refugiados contribuyeron con gran afán a la
colonización y a la divulgación de la cultura española y occidental.
Hay muchas investigaciones, tanto judías como no judías, sobre la vida y
las actividades de los marranos, criptojudíos o nuevos cristianos de origen
español y portugués en los diferentes países del Nuevo Mundo, basadas en
las Actas del Santo Oficio. Según estos documentos había muchos
judaizantes, que intentaron mantener y fortalecer el judaísmo entre los
refugiados, incluso había también proselitismo. Varios de los judíos
participaron muy activamente en el comercio interior y exterior. Había
judíos de ascendencia portuguesa, española, italiana e irlandesa, que
figuran en las actas como portugueses. Es interesante, que durante largo
tiempo las palabras «portugués» y «judío» fueran sinónimos.
Julio Caro Baroja escribe que los judíos de Europa no sólo traficaban con
los de las colonias españolas, sino que lo hacían mediante una tupida red
de corresponsales, utilizando barcos regulares. Aparentemente algunos de
los marranos y criptojudíos se hayan enriquecido, como se ve en la gran
cantidad de valores que la Inquisición les confiscó, como parte del
castigo. Bartolomé Bennasar considera que especialmente en los últimos
tiempos, la Inquisición no se preocupó por la pureza de la fe y por la
lealtad religiosa de los nuevos cristianos, sino sólo por conseguir sus
riquezas; regía el deseo del enriquecimiento personal de los inquisidores.
En 1595 el Tribunal de Nueva España comunicó a la Suprema de Madrid, que
los judíos del Nuevo Mundo estaban en comunicación traidora con Holanda, e
intentaron describir el trabajo del Santo Oficio como un «servicio
político». El cargo de conspiración fue un pretexto para encarcelar a los
judíos y confiscar sus bienes, para eliminarlos como rivales económicos y
comerciales de la nueva clase empresarial, que surgió entre mestizos y
criollos, y para destruir de una sola vez toda posibilidad de revuelta.
Pero al igual que en todos los casos precedentes existía el deseo de
erradicar todo rastro de judíos y judaísmo de Nueva España. La historia
posterior de la Colonia comprueba que éste, como todos los intentos
similares, terminó con fracaso parcial.
Está comprobado que habían judíos o criptojudíos importantes en México,
Brasil, en el Virreinato de Perú, en el del Río de la Plata, en Chile, y en
casi todos los otros países de América.
Su aporte y el de sus descendientes fue positivo en el descubrimiento, en
la pacificación del indio y en la colonización; en el comercio, navegación
y transporte, en la explotación de minas, fundación de industrias, en
inventos, en las ciencias, artes y letras. Contribuyeron con extraordinario
esfuerzo al progreso y al bienestar de sus nuevas patrias, a pesar de las
enormes adversidades y obstáculos. Muy diferente hubiera sido el curso de
la historia sin ellos, y con ellos sin la Inquisición.
Hay algunos investigadores, y el autor comparte su opinión, que mantienen
que los mártires de origen judío que murieron en las hogueras, en las
cámaras de tortura y en los calabozos del Santo Oficio, fueron héroes de
la libertad americana, mucho antes del estallido de la verdadera lucha por
la Independencia. Con su muerte sirvieron a una causa que sobrepasó los
intereses exclusivos de la religión y de la práctica de determinados
ritos. Ellos querían vivir según sus creencias y criterios religiosos, y
cumplir con los preceptos que les había prescrito su tradición. Querían
vivir como hombres libres, representando un ideal, merced al cual se
echaron los cimientos de las futuras naciones americanas, y especialmente
de los futuros Estados Unidos. Son héroes olvidados, gran parte
desconocidos, y sin embargo, precursores espirituales de la libertad, y
por el derecho de ser diferentes en aspectos religiosos, culturales y
espirituales
lo que deberían de hacer los monarcas es devolver todo el oro que se
robaron
Sacado del internet.
De: Jhand3r
Pero, yo no me refiero a quién pobló américa, o de de donde vienen. Sino
qué hacen rastros hebreos en América de miles de años, del tiempo de
Salomón. Como la piedra que se encontró, que ha sido un misterio para los
estudiosos. El «Antiguo testamento» como le llaman algunos, se esribió en
HEBREO originalmente, y desde ahi se tradujo a los otros idiomas. Moisés
lógicamente era hebreo, los Diez mandamientos fueron escritos en hebreo.
Judíos en la América prehispánica
Nota del autor: Hay muchas teorías y muchas hipótesis acerca de los
primeros pobladores y los primeros «conquistadores» de las Américas.
Naturalmente ninguna de ellas está confirmada -pero tampoco totalmente
rechazada. Considero que es interesante, conocer algunas de éstas, tal vez
también para conocer y apreciar más nuestro Continente.
Seguramente los conquistadores no se preocuparon en indagar de dónde habían
provenido los pobladores de las tierras descubiertas; estaban interesados
en adquirir riquezas y sojuzgar a los pueblos conquistados, pero cuando
llegaron clérigos y gente de letras, quedaron sorprendidos por la
diversidad de razas, costumbres, conceptos religiosos y culturales, y la
situación se tornó diferente. De repente surgió la necesidad de encontrar
una respuesta a la pregunta: « ¿De dónde provino este extraño conglomerado
de seres humanos?, ¿Cómo y cuándo llegaron?
Aparecen teorías, muchas teorías, ingenuas y pueriles algunas, otras
basadas en estudios cuidadosos, con razonamientos serios y lógicos. La
investigación comenzó en el siglo XVI y dura hasta nuestros días. No
obstante, aún no es posible dar una respuesta categórica con respecto al
origen del hombre americano.
Una de las teorías plantea que sería de origen bíblico, o mejor dicho
semita. Descendientes de Noé, cananeos, fenicios, hebreos, serían los
primeros pobladores, entre otros. También se han difundido teorías que
señalan que entre los primeros habitantes hubieran existido gente de origen
griego, español, egipcio, tártaro, chino, africano, polinesio, habitantes
de los continentes desaparecidos, además de pobladores de origen autóctono.
Entre los historiadores contemporáneos que investigan la Conquista y la
Colonización, hay varios que insisten en la presencia hebrea en el
continente, ya mucho antes de la Conquista. Ellos se refieren no sólo a
presencia de personas de ese origen entre los pobladores, sino aún más a
costumbres religiosas vigentes en algunos de los pueblos aborígenes;
Para los primeros colonizadores, en su afán de justificar su obligación de
convertir a los indígenas a la doctrina cristiana, fue muy importante
afirmar, que éstos también son descendientes de Adán, por lo tanto
pertenecen a la misma Creación que los demás seres humanos. En primer
lugar, se han tejido muchas conjeturas acerca del Diluvio universal. Según
la Biblia, si Diluvio extinguió la especie humana, con la excepción de Noé
y su familia, cuyos descendientes poblaron de nuevo el mundo.
El cronista chileno Fray Diego de Rosales, en su primer libro de Historia
General del Reino de Chile, desarrolló esta tesis para Chile, y otros
historiadores, contemporáneos de la Conquista y de la Colonización, la
extendieron para algunos otros países de América Latina. Las discrepancias
subsisten sólo con ‘especio a cuál de los hijos o nietos de Noé habrían
llegado a América para poblarla. En general, estaban de acuerdo que tenía
que haber sido Ofir, hijo de Yactan.
El Padre Cabello Balboa cuenta: «Ophir fue el que más lejos llegó. Se
apartó de sus hermanos y caminando por las costas del gran mar, donde se
muestran anchas y larguísimas tierras y riberas, él solo las obtuvo y
poseyó. Finalmente allí se estableció y dio su nombre a toda la costa
cercana con el gran mar. Esta región, hasta el tiempo del Rey Salomón aún
después, tuvo el nombre de Ofir. Tal es así que nuestros naturales son
directamente Ofiritas. Desgraciadamente, aunque supieron conservar la
memoria del hecho que son descendientes del Patriarca Ofir, al no saber
usar la escritura, poco a poco se fueron barbarizando.
Hay una coincidencia sugestiva: la Biblia habla de un país llamado Ofir,
rico en oro, piedras preciosas y maderas olorosas, adonde manda su
flotilla el Rey Salomón. Una flotilla, construida y conducida por marineros
que su amigo Hiram, Rey de Tiro, le había facilitado.
Lo interesante es que Colón mismo cuenta en una carta dirigida a los Reyes
Católicos, que había descubierto el país de donde había sacado el Rey
Salomón su oro y sus piedras preciosas. Este lugar es Veragua, en vez de
Venezuela, que tocó en su cuarto viaje. Escribe Colón: «Del oro de Veragua
llevaron 666 quintales de oro a Salomón, y David en su testamento, dejó
3.000 quintales de oro de las Indias a Salomón para ayudar a la edificación
del Templo». Es notable, que el historiador Josefo Flavio hace mención de
estas tierras como fuente de oro, que Salomón había utilizado en la
construcción del Templo.
La idea de que los indios podrían ser descendientes de los primeros
pobladores hebreos, cautivó a los intelectuales más selectos, entre ellos
al Padre Bartolomé de las Casas, sublime defensor de los indios. Es casi
unánime la opinión, que la población derivó originalmente del tronco
hebreo, es decir, de algún descendiente lejano de Noé.
Otro grupo de historiadores de la época de la conquista insistió en que
los pobladores fueron descendientes de las Diez Tribus Perdidas, haciendo
referencia al Cuarto Libro Apócrifo de Esdras, que narra la historia de
las Diez Tribus perdidas de Israel en forma diferente de lo escrito en los
Libros de Reyes I. o II. y de las Crónicas de la Biblia. Según esta fuente
Salmanasar, el Rey de los Asirios, en la época del reinado de Osías en
Israel, capturó a esas tribus y las llevó al cautiverio. Cuando terminaron
los penosos años de la esclavitud, no querían volver a Jerusalén, sino
acordaron buscar una región, aunque muy remota, donde nunca hubiese
habitado el género humano. «Asi penetraron por los estrechos donde comienza
el Río Eufrates» – dice el autor de Esdras. – «Por aquella región había un
camino largo, que demoraba de año a año y medio en recorrerlo y que se
llamaba la Región de Arsaret.»
Es fácil de comprender que una narración de esta índole haya tenido una
enorme influencia en los escritores de la época de la Conquista, ya que una
región desconocida por la humanidad, y tan alejada de Palestina, no podría
ser otra que el Nuevo Mundo. Aún más, al haber identificado a Arsaret con
Tartaria, podrían haber llegado hasta la Isla de Groenlandia, de donde por
el Estrecho de Davis podrían haber pasado a la tierra del Labrador, que es
ya la Tierra de las Indias. Como los conocimientos geográficos eran
incompletos y escasos, resultó ésta una explicación lógica y convincente.
El Libro de Isaías contiene en el Capítulo 2, una profecía que puede ser
interpretada como la llegada de las Diez Tribus a las Indias Occidentales.
«Volverá Dios a traer y juntar a los remanentes del Pueblo de Israel, que
habían quedado en la esclavitud de los asirios de estos lugares, y también
de las islas del mar.»
Un extraordinario personaje del siglo XVII, Manashe ben Israel, gran rabino
de Amsterdam, renombrado escritor y humanista, nos dejó un testimonio muy
interesante en su obra titulada «La esperanza de Israel». Cuenta, que
vivió en aquel entonces en Amsterdam un judío español llamado Aron Levi,
o, según su nombre neocristiano, Antonio de Monteemos. Este Aron Levi
había vivido durante algunos años en las Indias Occidentales, y fue
protagonista de una extraordinaria aventura, como la cuenta el mismo en su
obra: «Memorias personales de Peni».
Ocurrió que durante su permanencia en América, la Inquisición lo acusó de
alguna herejía y lo encarceló. Luego de haber cumplido su sentencia,
resolvió conocer aquella tierra y tomó como guía a un cacique indio,
llamado Francisco. Un día, amargado por su desventura, exclamó sin pensar:
Yo soy hebreo, de la tribu de Levi, mi Dios es Adonai y todo lo demás es un
engaño.
Al oír estas palabras Francisco quedó muy sorprendido, y le preguntó, si
también era hijo de Israel. Cuando Motecinos le aseguró que lo era, el
indio insistió que fuera con él a conocer a su pueblo.
Después de un largo viaje, llegaron a la orilla de un río donde habitaba la
tribu del cacique. Recibieron a Montéanos muy cordialmente, y éste oyó
recitar, con enorme asombro, la oración tradicional hebrea: «Shema Israel,
Adonai Elohenu, Adonai Ejad». Le dijo entonces el indio Francisco: Estos
hermanos tuyos, los hijos de Israel, los trajo Dios a esta tierra, haciendo
con ellos grandes maravillas y muchos asombros. Pero tienen que vivir
ocultos y retirados, hasta que llegue el tiempo de la Redención para todos
los judíos. Montecinos escribe que todos los varones estaban circuncidados
y tanto ellos como sus mujeres llevaron nombres bíblicos.
Fernando de Contreras, uno de los conquistadores, escribió que «al otro
lado de Marañón hay una gran multitud de indios, que usan nombres hebreos»,
y agregó que « estos no pertenecen a los ‘judíos infames’, porque no
estaban presentes en el juicio de Jesús».
No podemos negar, que un relato sensacional escrito por un supuesto testigo
ocular, se citará durante los siglos posteriores por casi todos los
escritores. Sin embargo, Menashe ben Israel no quedó del todo convencido.
Admitió que los primeros pobladores de América fueran israelitas, pero
también anotó que luego, una ola de rudos y bárbaros mongoles hicieron
irrupción, superponiéndose a los hebreos. Sólo así se puede explicar la
diferencia racial entre los indios, o como dice el gran Rabino, « los de
feo cuerpo y poca inteligencia descienden directamente de los tártaros, en
cambio los de buen rostro y listos, de los hebreos».
Tanto Menashe ben Israel como otros historiadores y escritores, han
observado similitudes en las costumbres, en conceptos religiosos, en
conductas entre judíos e indios autóctonos. Algunos hicieron comparaciones
con datos de la Biblia. Mencionan por ejemplo, que los indios de Yucatán
se circuncidaron y rasgaron su vestimenta al recibir una noticia nefasta o
de muerte, como los judíos lo hacen. Los indios peruanos mantenían un fuego
vivo en sus altares, igual como se les había ordenado a los judíos en el
Levítíco. En otras partes de México, el sábado era un día festivo, y todos
tenían que asistir a las ceremonias religiosas y a la presentación de
sacrificios. Las nociones referentes a la Creación del Mundo tienen
similitud con la descripción de la Biblia; por ejemplo el Popol Vuh. Los
indios conocían sobre el Diluvio Universal.
Según el Padre Cumsilla, en lugares donde él ha predicado el Evangelio, los
indios rechazaban la carne de cerdo, pero sólo antes de su bautismo. Según
el Padre, tenían que lavarse el cuerpo tres veces al día y luego
utilizaban ungüentos y aromas propios del judaísmo. Incluso, escribe que
los indios eran judaizantes.
Algunos filólogos de la época, encontraron analogías filológicas entre el
hebreo y algunos idiomas autóctonos. El Padre Cumsilla hace referencia a
que hay similitudes en las oraciones, no sólo en su contenido, sino
también en las formas literarias de las expresiones. Cuando les preguntó
cómo habían aprendido estas oraciones, le contestaron que de sus
antepasados. Además, ellos no adoraron al Sol, sino Al que lo había creado.
No se puede mencionar aquí todas las referencias respecto al supuesto
origen hebreo de los indios americanos; hay una literatura amplia al
respecto.
Para terminar este capítulo, vale la pena mencionar, que existen hoy día
casi tres millones de personas cuya religión 10 sólo cree en la llegada de
las Diez Tribus perdidas del pueblo judío a las Américas mucho antes de la
Conquista, sino también ¡n la restauración de las Diez Tribus y en la
constitución de un nuevo Sión en el Nuevo Mundo: los mormones, cuyo
Artículo de :e (No. 10) dice así: «Creemos en la congregación literal del
pueblo de Israel, y en la restauración de las Diez Tribus»
El Libro de los Mormones relata la historia de las antiguas poblaciones de
las Américas así: «América fue colonizada primero por una tribu semita, los
jareditas. Eran los descendientes de Adán, según Cáp. 5. de Génesis: Adán,
Cain, Abel, Set, ínash, Canaán, Jered, Enoc, Matusalem, Lamec, Noé.
Jared con su familia trabajó en la construcción de la torre de Babel,
cuando sobrevino la dispersión de las razas. Para salvarlo a él, a su mujer
y a su familia, el Señor le ordenó que instruyera una barca y llevara
consigo, como Noé, todos los rulos de la Tierra. En efecto, después de una
azarosa travesía, impulsado por un viento favorable, llegaron a las costas
del Nuevo Mundo. Allí se multiplicaron, hasta formar una gran nación, ‘ero
con el correr del tiempo, cayeron en idolatría y sus costumbres se
degeneraron y se convirtieron en crueles y salvajes.
En el siglo V a.C., una nueva ola de inmigrantes apareció en las costas
americanas. Esta vez se trató de una tribu del pueblo judío, los nefitas,
cuyo conductor, Nefi, era desendiente directo de José. Trajeron consigo el
culto del verdadero Dios. Pese a las advertencias de sus profetas, los
befitas cayeron en el pecado y finalmente, después de crueles guerras,
fueron exterminados por sus vecinos, los jareditas. Así es que Mormón, en
las proximidades de la catástrofe, obtuvo las tablas que resumen la
historia de su pueblo.
Los jareditas, judíos malos, pecadores e idólatras, se convirtieron en
cobrizos, por castigo divino. Ellos, los hijos rojos de Israel, son los
antepasados de los Pieles Rojas, de los Incas y de los Aztecas. Los
nefitas, judíos buenos, se mantuvieron blancos, pero desgraciadamente
murieron por sus hermanos de raza.
Está demás decir, que El Libro de Mormón está lleno de divagaciones
fantásticas e incongruentes, pero vale la pena mencionar una profecía
respecto a Colón. Dice el profeta Nefi en su Libro (Cáp. 13. 12.): « Y
mirando vi entre los gentiles a un hombre, que estaba separado de sus
hermanos por las muchas aguas, y vi que descendió el Espíritu de Dios y se
posó sobre él, y el hombre viajó por muchas aguas, hasta encontrar a los
descendientes de mis hermanos, que estaban en la tierra de promisión.»
La parte interesante de esta profecía es, que da por sentado como un hecho
seguro que Colón era de origen judío, hecho que todavía está en discusión.
Según el profeta Nefi, Colón no sólo era judío, sino que organizó su viaje
por inspiración divina, exactamente como sus predecesores. Es decir, que en
realidad vino en busca de sus hermanos de raza, para reunirse con ellos.
Se cuenta que en algunas aldeas de Polonia y de la Rusia zarista, existían
leyendas muy conocidas por el pueblo judío sufrido y atormentado, según
las cuales los descendientes de las Diez Tribus vivirían prósperos y
poderosos en algún sitio lejano no identificado, y que algún día vendrían a
salvar a sus hermanos de raza de las manos de sus opresores y vengarían las
injurias sufridas. Cuando los judíos hablaban de este tema, llamaban a los
futuros salvadores como «los judíos rojos». Quién sabe, tal vez se referían
a los indios de las Américas, identificadas en estas vagas palabras las
Diez Tribus perdidas de Israel.
Fue Humboldt quien afirmó que los fundadores de los estados indios eran
pueblos o grupos de antiguas inmigraciones del Oriente. Fue el primero en
divulgar la tendencia orientalista del poblado de las Américas.
Las cosmogonías andinas, los templos de los acoltuas, los libros mayas, la
organización civil de los quechuas, las leyendas religiosas de los
chichimecas, las clases sacerdotales, las abluciones rituales, los cantos
litúrgicos, y muchos factores demuestran un parentesco entre las
civilizaciones de la Américas con el Oriente Antiguo, y dentro de este
complejo, con la judía.
nos conquisto un «analfabestia» por eso estamos arruinados
Lo que no se dijo es que Colón se dice fue un criptojudío, y los reyes
católicos también, y que los presos eran los que perseguía la inquisición,
es decir judíos y árabes. Como Colón hablaba de las minas del Rey Salomón y
el Edén no es de sorprender que haya tenido algún libro antiquísimo que
hable de la era del Rey Salomón, de los templarios, no sé. Lo que sí sé es
que en Hebreo América se le llama los confines de la tierra, y tiene
relación con lo que Jesús dijo y me seréis testigos hasta los confines de
la tierra.
Méndigos Españoles, ojalá nunca nos hubieran conquistado.
por que no le dio sífilis a este desgraciado!
El comienzo de la depredacion del continente americano….. excelente
documental, gracias por subirlo Sergio !!!!
Ay! A mi me esta pasando lo de Colón que voy a morir olvidada y en la ruina
vamos algo en común con la historia!
J J Benitezes es un gran investigador tengo ciertas dudas : por que en
caballo de troya y en este reportaje habla solo de personajes anonimos » el
mayor que le da su diario en caballo de troya» y aki habla de un navegante
anonimo..ademas en caballo de troya 1 una opcion de viaje hacia el pasado
es ir hasta 1472 a portugal es decir preparativos para el supuesto
descubrimiento…¿q les importaba a los americanos de colon?, coincidencia
o no ……pero me encanta su literatura creo k los personajes anonimos dan
inicio a una cadena de historias……pero en fin buena investigacion
Con buenos argumentos e investigacion ,se le cree JJ Benitez y el los
tiene,
que bm j. j me facino gracias por darnos mucho mas
GRACIAS POR CONTAR EL SECRETO
Gracias fue muy ilustrativo.
Benítez es increíble
Muy buen video, gracias por subirlo.
Un Crack, está clarisimo su manera de exponer los argumentos. Felicidades.
Anita Pedro masia pelonar